Desde un jardín espacioso en casa, obviamente, hasta para un jardín de un negocio de alojamiento, las camas balinesas representan una de las mejores ideas para decorar un jardín, a la vez que dotarlo de una elegancia y un estilo bastante reconocible. Hoy, gracias a que se trata de un producto que ha ganado bastante popularidad en Occidente, es posible encontrarlas de muchos tipos, adecuándose a las necesidades de las empresas.
El origen de las camas balinesas está en Bali, Indonesia; pero en general, se utilizan en toda Asia desde hace muchas décadas. En Occidente, su origen está asociado a los negocios hosteleros, sobre todo en áreas como de piscina, pero posiblemente queden bien en cualquier espacio exterior, siempre y cuando se respeten las distancias para que se puedan disfrutar bien.
Elegantes y minimalistas
Antiguamente, las camas con dosel -es decir, una estructura de madera que las cubre como un tejado decorativo- estaban asociadas a los palacios y a las familias adineradas; por ende, las camas balinesas son un sinónimo histórico de elegancia, y así suelen ser percibidas por cualquier persona. En otras palabras, es como tener una tumbona, pero más elegante, privada, cómoda y espaciosa, lo que también llama a la elegancia. Por otra parte, sin dejar de ser elegantes, son minimalistas, por lo que con pocas tonalidades pueden dar un estilo distintivo a cualquier lugar.
Privacidad y comodidad
Las camas balinesas están diseñadas para estar en exteriores. Sus posibilidades, tanto para tumbarse a orillas de la piscina, como para contemplar el paisaje o descansar, son diversas. Sin embargo, si por algo resultan interesantes para decorar un jardín, es porque tienen un equilibrio perfecto entre privacidad y comodidad.
Privacidad, por el armazón que las cubre y que da esa sensación interesante de estar en un palacio descansando. Y comodidad, porque al contrario de una tumbona convencional, es prácticamente una cama en toda regla. Por eso, son ideales para descansar más a gusto en una piscina o en un jardín espacioso, donde se suelen colocar -sobre todo en los hoteles de montaña-.
Totalmente versátiles
Hay muchos modelos y estilos de diseño de las camas balinesas. Más allá de todas las diferencias, son fácilmente reconocibles y sus virtudes también lo son. Una de ellas es que son completamente versátiles, pudiendo ser colocadas en una área de piscina, apuntando hacia la misma y generando esa sensación de privacidad del espacio.
Pero también, pueden colocarse de cara a un jardín exterior o de cara a la montaña, para, en ese caso, tumbarse un rato a descansar y a contemplar el paisaje, lo cual no está mal. Y esto también servirá para relajarse o conversar tranquilamente.
Prácticas y económicas
Sus formas son simples y su montaje, desmontaje, mantenimiento y limpieza, son muy sencillos. Por esa razón, son un producto bastante práctico de cara a los negocios de hostelería, pero no son menos en el caso de una casa con jardín que quiera ser decorada o aprovechada de una forma distinta.
Al mismo tiempo, son económicas, en principio porque permiten dar un mayor valor al servicio ofrecido -sin que la inversión sea igual de elevada-, pero también, porque ocupan más espacio y se tienen que instalar menos camas para lograr la misma sensación de intimidad en ciertas zonas exteriores, lo que ayuda también a dotar de elegancia a cualquier jardín o piscina.
Armonizan
Las camas balinesas armonizan bien con todos los estilos decorativos. En zonas rústicas, el hierro, la madera o las telas que hagan contraste, podrán ir bien. En zonas costeras, las mosquiteras y la madera clara son una recomendación habitual; mientras que en zonas de montaña, las telas más rugosas y los tonos oscuros, pueden brindar una sensación de tranquilidad interesante.
Acompañadas, además, por plantas o cualquier otro objeto decorativo o funcional, las camas balinesas pueden ser todo lo necesario para que un jardín cobre vida y se vea mucho mejor.
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